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Vivan las noches, el sol, la sal en tus labios.

Confesiones

Confesiones

Puedo pasar largos momentos disfrutando del placer de comerme un coño sin cansarme, excepto el dolor de mi cuello si la postura no es muy buena, es bueno ir variando. Me gusta disfrutar del placer que está viviendo la otra persona, sin correr, despacito, metiendo la lengua profundamente, succionando el clítoris, frotando y acariciando cada rinconcito, recorriendolo hasta el orificio anal, respirando el olor de la pasión y el deseo, bebiendo sus ricos jugos. Es un placer sentir las contracciones de la dueña del coño cuando un intenso orgasmo la convulsiona de arriba a abajo. Mi lengua presionando el clítoris y mis dedos en un mete saca continuo que dispara los gemidos. Siento la sensación de que su cuerpo es mío y lo conduzco a la meta que cada segundo que pasa está más cerca. Me gusta dar placer hasta que las caderas en un movimiento rápido se elevan, sus manos se aferran con fuerza a lo que tiene más cerca, mis dedos quedan aprisionados en el interior de la vagina y mi lengua captando en su sexo cada segundo electrizante del orgasmo.

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