Las tetas de Esther.
A Esther le gusta enseñarme las tetas. Se levanta la camiseta, en casa nunca lleva sujetador, y sus dos tetas asoman de repente.
Son dos tetas grandes, contundentes. Son duras y con pezones muy sensibles. Le gusta escupirse en ellas, pedirme que le extienda la gran cantidad de saliva caliente que gotea desde su lengua a sus dos bonitas tetas. Después, me pide que las chupe. Le gusta que las agarre con fuerza, que le muerda ligeramente los pezones y que sienta como se ponen duros entre mis labios.
No puedo negarle estos inocentes deseos.
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