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Vivan las noches, el sol, la sal en tus labios.

Erasmus

Erasmus No me apetece escribir más tonterías sobre los sentidos. Me quedan olfato, vista y oído. Seguramente podría extenderme párrafos y párrafos escribiendo sobre los tres, pero últimamente no ando con muchas ganas y no me apetece nada darle vueltas a la cabeza para sacar algo decente.

Lo que si os diré es que de estos tres, mi favorito es la vista. Seguro que algunas ya lo sabréis... tampoco quiero olvidarme del oído, muy pocos sonidos me gustan más que la voz de una chica gimiendo y jadeando. Creo que es mejor que el 99% de las canciones. He dicho. El olfato depende de muchos factores, pero una piel femenina, húmeda por la última ducha es una maravilla de la naturaleza, sentir la tibieza y el aroma en estos casos es uno de los mayores placeres. En cambio, me entran ganas de vomitar cuando una chica u otra persona pasa a mi lado y huele mal... puag... me están dando arcadas sólo de pensarlo...

Estos días de descanso han sido una maravilla, me lo he tomado como un tiempo de relax, no he hecho nada especial, he leido, pensado y por supuesto me he masturbado inspirado por alguna lectora. También he tenido tiempo para salir por la noche. Me encantan las noches de primavera y verano, y las mañanas de invierno y otoño. Como decía he salido para romper la monotonía de estas últimas semanas. He pasado buenos momentos acompañado por M y su sonrisa despistada. Es la persona más inteligente que conozco.
También me gusta observar a la gente y ver sus comportamientos, me sirve para darme cuenta de que lo mio no es tan grave y que simplemente soy un puto hedonista inofensivo. Durante la noche pasamos ratos realmente interesantes. Entablamos conversación con unas chicas muy divertidas y simpáticas, todas muy rubitas y llenas de pecas. Erasmus, erasmus, repetían una y otra vez mientras soplaban pompas de jabón directas a los ojos de M. La verdad es que las chicas no tenían mucha conversación, además yo no entendía nada y entre la música, el acento tan cerrado y las putas pompas comenzó a entrarme un fuerte dolor de cabeza que hizo que huyera de las rubias cachondas. M me confesó que había pensado en tirarse a la más alta. M es muy alto. Pero que un amigo es un amigo y que prefería sacrificarse y dejar pasar la oportunidad por acompañarme a un sitio más tranquilo. Al final acabamos en un local de lo más IN rodeados de maduritas solteras de 40, sillones blancos por todos los rincones y un chill out ibicenco que mi cabeza agradeció.

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