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Vivan las noches, el sol, la sal en tus labios.

Noches

Noches Se avecina el verano y el otro día recordaba que los veranos siempre me han sido propicios. Siempre he conocido a chicas estupendas y agradables en verano y siempre he pasado muy buenos momentos.

Los rayos de luz de las forales se colaban indiscretas a traves de las subidas ventanilla de su coche. El lugar era solitario, pero de vez en cuando se oían unas voces o se veía a una pareja de cincuentones dando un paseo intentando olvidar el horroroso calor de los días.
C era de mi edad. Era más alta que yo, aquello, no se por qué, me daba un morbo especial. Es como cuando te acuestas con alguien mayor que tú, siempre da morbo, por lo menos a mí. Aunque en realidad a mi me pueden dan morbo muchas cosas y eso está muy bien, os lo aseguro.
C era morena, con el pelo muy corto, usaba gafas. Delgada y con una boca que me encantaba. Labios carnosos y sonrisa amplia. Sus pequeñas, pero duras tetas marcaban sus minúsculas camisetas de forma provocadora. Y a ella le encantaba provocarme...
En aquel lugar y a aquellas horas el tema de conversación no era muy importante. Yo miraba el muñeco que colgaba del espejo, observaba los ojos saltones del koala gris, que a la vez me miraba a mi.
- Mira C, observa como me mira el koala.
- Sí, Mas, jaja... te mira con envidia.
- ¿Por qué con envidia?
- Porque querría que esto fuera para él.
A continuación y sin dejar a que yo pronunciara una palabra comenzó a besarme con pasión. Su brazo derecho paso por detras de mi cuello y la mano izquierda se introdujo por debajo de mi camiseta.
Su lengua jugueteaba con la mía, acariciaba mis labios, mojaba mi barbilla y salia hasta la comisura de los labios para volver a entrar una y otra vez, llenándome de saliva media cara. Aquello me encantó. Por fin un beso distinto.
C miró de reojo a través de las ventanillas y bajó la música, a continuación, se quitó la camiseta y ante mí aparecieron sus pequeñas tetas. Las acaricié mientras ella me metía un dedo en la boca, las besé una y otra vez, hasta que no pude más, mi espalda se iba a romper así que decidí probar una de mis, como dicen por ahí, "perversiones".
Desabroché mi pantalón vaquero y me pasé al asiento trasero, me quedé desnudo de cintura hacia abajo y pedí a C que se desnudara. El pantalón y el tanga volaron hasta mis manos.
- ¿Qué quieres que haga ahora Mas?
- Ponte así... te va a encantar.
Coloqué a C entre los dos asientos delanteros, yo me centre en el trasero y ella comenzó a chupármela como nunca nadie lo ha hecho hasta ahora, en ese momento no se lo dije, pensé que un halago a esas alturas haría que se relajara y no le pusiera todo el interés necesario, así que cerre los ojos. Mentira, los abrí más para verla mejor.
Me incorporé un poco, y tras un típico "no pares, sigue" empujé ligeramente la parte baja de la espalda de C hasta hacer coincidir el cambio de marchas con su mojado sexo.
Ella subió la vista hasta hacerla coincidir con la mía y, sin intercambiar ninguna palabra, principalmente porque ella estaba en otros menesteres incompatibles con la conversación, entendió perfectamente lo que le estaba propiendo.
Los jadeos no tardaron en llegar. Mi polla dentro de sus jadeos.
Aquello hizo que me excitará mucho más. Su culo subia, bajaba y hacía circulos jugando con el agraciado cambio de marchas.
El koala me sonreía, era como si me quisiera decir, gracias tío, siempre he querido tener esta vista del culo de C.
Ni una gota. Ni una gota manchó la delicada y cuidada tapicería del ibiza de C. Todas fueron succionadas y puestas a buen recaudo por su preciosa boca en aquella placentera e inolvidable noche de verano.



P.D.: Olvidad los prejuicios y los malos rollos, vivid las sensaciones ocultas que nos ofrecen nuestros cuerpos, explorad los placeres más recónditos y conquistad las más altas cotas de felicidad y morbosidad.

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