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Vivan las noches, el sol, la sal en tus labios.

Arrodillado

Arrodillado

 

De repente, esta mañana, mi pene se ha puesto durísimo sin venir a cuento. Ha sido una sensación extraña ya que no estaba ni pensando ni viendo nada excitante. Es como si hubiera recibido una orden de alguien. Alguien todopoderoso y magnánimo, que se apiadó de mi. Desde entonces no he dejado de pensar en unas piernas abiertas, un sexo semi rasurado, mojado, sabroso, apetecible. Me he visto arrodillado ante semejante placer. He comenzado a besar los pies, tobillos y muslos. Por fin mi lengua acariciaba la suavidad del coñito, subía y se centraba en el clítoris. Bajaba y se perdía por las ingles. Una y otra vez hasta que sus piernas se doblaban y ponía su boca junto a la mía.

 

2 comentarios

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Gracias Anónimo, jaja.

Anónimo -

He sido yo...