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Vivan las noches, el sol, la sal en tus labios.

Atada. Primera parte.

Atada. Primera parte.

Estás desnuda. Te excita el acto de desnudarte delante de mí mientras yo sigo vestido. Observo tu cuerpo, admiro tu piel blanca; me fijo en tus grandes pechos, me concentro en los pezones sonrosados y erectos. Sigo bajando hasta tu vientre, tu sexo completamente rasurado y tus pies. Allí está tu ropa. Miro todo, con detalle, observo tu braguita azul en el suelo, a quedado encima del resto de la ropa. Distingo el sujetador negro y la camiseta. El pantalón vaquero no está junto al resto de la ropa. La habitación está en silencio. La banda sonora es nuestra acompasada respiración.

Tu mirada se dirige al suelo mientras yo sigo observando cada detalle. Silencio. No te mueves, yo sí. Me acerco, me paseo a tu alrededor. Me fijo en la marca que el sol y el bikini han dejado en la parte baja de tu espalda. Contemplo tus nalgas, tus piernas, tus tobillos.

De repente, con un movimiento rápido y decidido, mueves los brazos hasta colocar las muñecas juntas a la altura de tu culo. No dudo lo que deseas, es justamente lo que yo estaba pensando. Busco entre la bolsa que me has indicado con un gesto de cabeza. Ya lo tengo. Lo extiendo y lo enrollo formando una suave "cuerda" con la que amarrarte. El pañuelo queda perfectamente colocado, ni corta tu circulación y ni se caerá al primer movimiento.

He localizado el segundo pañuelo. Éste es más oscuro, lo he reservado para tapar tus dulces ojos. Le doy la forma adecuada y lo pongo a la altura de tu cara. Antes de colocártelo te doy un beso en cada uno de los ojos. Sonries. Con cuidado de no dejar posibilidades de visión, coloco y ato lo mejor que puedo el pañuelo. Intento no aprisionarte el cabello, quiero verlo suelto y en movimiento.

Todavía no te he tocado y compruebo que la escena te ha excitado hasta límites insospechados. Tu sexo palpita y reluce mientras no para de aflorar un flujo transparente que encharca tu entrepierna. Pienso todo esto mientras te observo ligeramente alejado. Tú, mientras, esperas expectante. ¿Qué va a suceder?, ¿qué es lo que tendrás que hacer?, no sabes cual será el siguiente paso pero estás segura de que sea cual sea te va a gustar.

Despacio comienzo a desabrocharme el pantalón. Mi pene se comienza a liberar de la presión. Quito el calzoncillo y lo dejo al lado del pantalón, junto a tu ropa. Te vuelvo a mirar. No te mueves pero sé que a través de tu mente estás viéndome. Hago que el glande asome desprotegidolo de la piel que lo cubre y comienzo a masajearlo muy despacio. Mientras, me acerco a tu lado. Mojo mis labios con saliva y beso tu cuello, instintivamente ladeas la cabeza permitiendo que mi boca llegue con mas facilidad a tu suave piel.

Acaricio tus nalgas, tus caderas. Mi polla roza tu piel, golpea tu cuerpo mientras sigo besandote la nuca, la espalda, la parte trasera de tus brazos, la parte trasera de las rodillas. Busco cada una de tus zonas erógenas, casi siempre olvidadas y desaprovechadas por hombres que, anteriormente, no han sabido apreciarlas. Tumbada boca abajo, comienzas a jadear. He tenido la delicadeza de colocar un objeto sobre la cama y a la altura de tu sexo antes de tubarte en esa posición. Desde que lo has notado no paras de frotarte y moverte con movimentos rítmicos que poco a poco se van acelerando. Mis besos, los movimientos y mi improvisado juguete están a punto de hacerte explotar.

2 comentarios

MAS -

Hola canela!!!!! me vas a sacar los colores... Qué sepas que no estoy acostumbrado a que me digan esas cosas, jeje :*****

canela -

"Busco cada una de tus zonas erógenas, casi siempre olvidadas y desaprovechadas por hombres que, anteriormente, no han sabido apreciarlas"...
Es genial! yo quiero un hombre como tuuu!! (seguro q es lo q te dicen todas, pero q le voy a hacer... es inevitable!) ;)
:*****